martes, 27 de enero de 2009

Un año, un recuerdo, el mismo dolor.

Había pasado 1 año desde que la vi la última vez, ahora no podía evadirla por más que quisiera estaban llegando mis tíos de Lima, mis tías de Tacna, mi madre. A todos nos reunía la misma persona aquella que algunas tías visitaban y yo no podía (en realidad no quería si soy cobarde para eso).

Fueron 2 días de ajetreos alistándonos todos para lo que yo había evitado en mucho tiempo "celebrar" un año del fallecimiento de mi abuela, solo uno de mis 8 tíos decía: Hasta no ver su tumba para mi sigue viva.

Fui a la misa aunque llegue tarde porque acompañe a uno de mis tíos a hacer unas compras, nos fuimos a la casa de mi tía luego de la misa, conocí nuevos familiares, recordé a otros, pero en el fondo algo faltaba, pero me di cuenta que solo eran cosas mías, los chistes iban y venían, los recuerdo relatados por diferentes personas que eran los protagonistas las diferentes versiones, como se entrelazaban era algo gratificante, ver a toda mi familia riendo sabiendo el verdadero motivo de la reunión. Lo curioso fue que asistieron menos personas de las que pensábamos iban a ir, pero de todas formas fue bueno tener reunidos a los 8 hermanos (me refiero a hombres y mujeres) de mi madre que según me dijeron era la primera vez que se reunían todos después de 30 años.

El domingo la idea era ir al cementerio, y fuimos aunque no todos, y ahí estaba la razón que había estado evitando, era ver la tumba de mi abuela, si ya la había visto cuando la enterraron pero, no soporte ver su nombre como si fuera un recuerdo vago, junto a otros 4 difuntos ajenos, mi tío no pudo aguantar y lloro como no pudo hacerlo ese día en su funeral ya que no pudo asistir, yo pensé que había superado esa ausencia de mi abuela pero me di cuenta de que no era así, llore por tristeza, pena, melancolía.

Doña Isela se encontraba ahí pero a la vez no estaba con nosotros, dicen que todo es relativo menos la muerte que es absoluta, siempre creí o más bien me convencí que la muerte también era relativa, porque el recordar constantemente a una persona no significaba que había muerto. Ese día me di cuenta que vivía una mentira, mi abuela no regresara y aunque la recuerde como lo hago no me dirá: gracias papito. No se reirá de mis bromas, no se quejara de sus dolencias, no me dirá "compadre", no estará ahí para decir sus frases en quechua que no las entendía, pero terminaban siendo lo especial de mi abuela, una sonrisa que te robaba el corazón, unos ojos que me encandilaban el alma, y un amor incondicional digno de una santa.

Es duro asumir la muerte de alguien tan preciado, es duro todos lo sabemos pero lo que es más duro de hacer es convencerse a uno mismo que está muerto, que lo podemos recordar pero no pasará de ser recuerdos.

DOÑA MARIA ISELA SALAS URA

Llegaste a mi vida,

Vivimos momentos inolvidables y

Te fuiste sin decir adiós.

P.D: NUNCA TE OLVIDARE…

1 comentario:

mi alma dijo...

Como ya te he dicho en alguna oportunidad, claro que no es agradable vivir esas situaciones, pero justamente, es PARTE DE LA VIDA, y como tal hay que aprender a aceptarlas, o mejor dicho, dedicarles su momento de recuerdo y pena, pero sin dejar de continuar viviendo.
Uno nunca olvida a las personas que se fueron de esta vida cuando realmente se las amó -y se las sigue amando-... siempre siguen vivas en nuestros ♥

A seguir adelante, muchacho, que hay muchas cosas por las cuales hacerlo.

Un beso, se te quiere :)


Grandeza ajena, Respeto propio